Proyecto de la Cátedra Taller Cerámica Complementaria para la II Bienal de Arte
Gastón Bachelard. La poética del espacio. "El nido"
"...Si pudiéramos
encontrar de nuevo nuestro deslumbramiento candoroso cuando antaño descubríamos
un nido. Este deslumbramiento no se desgasta, el descubrimiento de un nido nos
lleva otra vez a nuestra infancia, a una infancia. A las infancias que
deberíamos haber tenido.
Cuántas veces he conocido en mi jardín la decepción de descubrir un nido
demasiado tarde. Ha llegado el otoño, el follaje se desnuda ya. En el ángulo
formado por dos ramas, he aquí un nido abandonado.
Descubierto tardíamente en el bosque invernal, el nido vacío reta al buscador.
El nido es un escondite de la vida alada ¿Cómo ha podido ser invisible?
¿Invisible frente al cielo, lejos de los sólidos escondites de la tierra?
Pero los sueños de nuestro tiempo no van tan lejos y el nido abandonado ya no
contiene la hierba de la invisibilidad. Recogido en el seto como una flor
marchita, el nido no es más que una "cosa". Tengo derecho de cogerlo
en la mano, de deshojarlo. Me vuelvo melancólicamente hombre de los campos y de
los matorrales, presumiendo un poco del saber que transmito a un niño diciendo:
"es un nido de paro".
Así el viejo nido entra en una categoría de objetos. Cuanto más diversos sean
los objetos, más sencillo se hará el concepto. A fuerza de coleccionar nidos se
deja a la imaginación en paz. Se pierde contacto con el nido vivo. Sin embargo,
es el nido vivo el que podría introducir una fenomenología del nido real, del
nido encontrado en la naturaleza y que se convierte por un instante —la palabra
no es demasiado grande— en el centro de un universo.
Levanto
suavemente una rama, el pájaro está allí incubando los huevos. Es pájaro que no
echa a volar. Se estremece solamente un poco. Tiemblo ante la idea de hacerlo
temblar. Temo que el pájaro que incuba sepa que soy un hombre, el ser que ha
perdido la confianza de los pájaros.
La casa-nido no es nunca joven. Podría decirse que es el lugar natural de la función de habitar. Se vuelve a ella, se sueña en volver a ella. Este signo del retorno señala infinitos ensueños, porque los retornos humanos se realizan sobre el gran ritmo de la vida humana, ritmo que franquea años, que lucha por el sueño contra todas las ausencias.
El pájaro, dice Michelet, es un obrero sin herramientas. La herramienta es realmente, el cuerpo del propio pájaro, su pecho, con el que prensa y oprime los materiales hasta hacerlos absolutamente dóciles, mezclarlos, sujetarlos a la obra general."
Y Michelet nos
sugiere la casa construida por el cuerpo, por el cuerpo tomando su forma desde
el interior como una concha, en una intimidad que trabaja físicamente. Es el
interior del nido lo que impone su forma. "Por dentro, el instrumento que
impone al nido la forma circular no es otra cosa que el cuerpo del pájaro.
Girando constantemente y abombando el muro por todos lados logra formar ese
círculo." La hembra, torno vivo, ahueca su casa. El macho trae de fuera
materiales diversos, briznas sólidas. Con todo eso, mediante una activa
presión, la hembra confecciona un fieltro.
La casa es la
persona misma, su forma y su esfuerzo más inmediato; yo diría su padecimiento.
El resultado sólo se obtiene por la presión continuamente reiterada del pecho.
No hay una de esas briznas de hierba que para adoptar y conservar la curva no
haya sido empujada mil y mil veces por el seno, por el corazón, con trastorno
evidente de la respiración, tal vez con palpitaciones". Todo es empuje
interno, intimidad físicamente dominadora. El nido es un fruto que se hincha,
que presiona sobre sus propios límites. ¿Del fondo de qué ensueños brotan tales
imágenes? ¿No vienen del sueño de la protección más próxima, de la protección
ajustada a nuestro cuerpo
El nido - lo
comprendemos- es precario y, sin embargo, pone en libertad dentro de nosotros
un ensueño de la seguridad. ¿Cómo es posible que su fragilidad evidente no
detenga semejante, ensueño? Revivimos, en una especie de ingenuidad, el
instinto del pájaro. Nos complacemos en acentuar el mimetismo del nido todo
verde entre el verde follaje. Lo hemos visto decididamente, pero decimos que
estaba bien escondido. Ese centro de vida animal está disimulado en el inmenso
volumen de la vida vegetal. El nido es un ramillete de hojas que canta.
Participa de la paz vegetal. Es un punto en el ambiente de dicha de los grandes
árboles.
Si hacemos de
este frágil albergue que es el nido -paradójicamente sin duda, pero en el
impulso mismo de la imaginación- un refugio absoluto, volvemos a las fuentes de
la casa onírica. Nuestra casa, captada en su potencia de onirismo, es un nido
en el mundo. Vivimos allí con una confianza innata si participamos realmente,
en nuestros ensueños, de la seguridad de la primera morada. Para vivir dicha
confianza, tan profundamente inscrita en nuestros sueños, no necesitamos
enumerar razones materiales de confianza. El nido tanto como la casa onírica y
la casa onírica tanto como el nido -si estamos realmente en el origen de
nuestros sueños- no conocen la hostilidad del mundo.
"Este deslumbramiento no se
desgasta, el descubrimiento de un nido nos lleva otra vez a nuestra infancia, a
una infancia. A las infancias que deberíamos haber tenido." (Qué bonito
nido, que puede transportarnos a lugares imposibles. Deberíamos haber nacido
pájaros, constructores del tiempo.)
"Pero los sueños de nuestro
tiempo no van tan lejos y el nido abandonado ya no contiene la hierba de la
invisibilidad. Recogido en el seto como una flor marchita, el nido no es más
que una "cosa". Tengo derecho de cogerlo en la mano, de deshojarlo.
Me vuelvo melancólicamente hombre de los campos y de los matorrales,
presumiendo... [...] Así el viejo nido entra en una categoría de objetos.
Cuanto más diversos sean los objetos, más sencillo se hará el concepto. A
fuerza de coleccionar nidos se deja a la imaginación en paz. Se pierde contacto
con el nido vivo.
Sin embargo, es el nido vivo el que
podría introducir una fenomenología del nido real, del nido encontrado en la
naturaleza y que se convierte por un instante —la palabra no es demasiado
grande— en el centro de un universo."(La desdicha de la naturaleza del
hombre. Todo lo que toca, parece que acaba por pudrirse. La idea del nido vivo
VS. el nido real...)
"La casa-nido no es nunca joven.
Podría decirse que es el lugar natural de la función de habitar. Se vuelve a
ella, se sueña en volver a ella. Este signo del retorno señala infinitos
ensueños, porque los retornos humanos se realizan sobre el gran ritmo de la
vida humana, ritmo que franquea años, que lucha por el sueño contra todas las
ausencias."
(El hogar)"Es el interior del nido lo que impone su forma."
"La casa es la persona misma, su
forma y su esfuerzo más inmediato; yo diría su padecimiento. El resultado sólo
se obtiene por la presión continuamente reiterada del pecho."
"Todo es empuje interno,
intimidad físicamente dominadora. El nido es un fruto que se hincha, que
presiona sobre sus propios límites."
(La dualidad: como si en nuestro
interior cabalgara un monstruo-a nuestros ojos, pues intentamos ocultarlo, como
se dice en el siguiente párrafo-que trata de romper nuestra piel, aunque en
realidad la estira hasta el límite del dolor)
"Nos complacemos en acentuar el mimetismo
del nido todo verde entre el verde follaje. Lo hemos visto decididamente, pero
decimos que estaba bien escondido."
"Si hacemos de este frágil
albergue que es el nido [...] un refugio absoluto, volvemos a las fuentes de la
casa onírica. Nuestra casa, [...] es un nido en el mundo. Vivimos allí con una
confianza innata si participamos realmente, en nuestros ensueños, de la
seguridad de la primera morada. Para vivir dicha confianza [...]no necesitamos
enumerar razones materiales de confianza. El nido tanto como la casa onírica y
la casa onírica tanto como el nido -si estamos realmente en el origen de
nuestros sueños- no conocen la hostilidad del mundo."
Da en la herida con lo más delicado:
un nido. Un hogar. La falta. El retorno original. Siempre buscando, y en esta búsqueda,
arrasando con nosotros mismos, en la impotencia que supone este camino. A
cuantos más pasos, más cerca se está de alejarse..."