Transmigración, noviembre 2019
“Este proceso de construcción del nuevo orden simbólico, se puede verificar siguiendo el rastro del que fue símbolo de nuestra sexualidad en casi todas las culturas: la serpiente. La importancia y la omnipresencia de la imagen de la serpiente había sido correlativa a la importancia del despliegue de la líbido femenina. Hacer que la serpiente desapareciera era imposible. Por eso lo que hicieron fue eliminar su fuerza simbólica, que mantenía viva la memoria, el recuerdo y la posibilidad de imaginar otra forma de ser mujer.” Pariremos con placer, Casilda Rodrigañez Bustos, 2007.