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martes, 19 de mayo de 2020

Ceramistas argentinos | Santiago Lena

Santiago Lena. Manifiesto incorpóreo, 2014

Manifiesto incorpóreo
... aunque demasiado débil un baño carmesí
le da color
para hacerlo totalmente creíble.
William Carlos Williams

 Manifiesto incorpóreo es una obra que se desarrolla a partir del señalamiento de un objeto encontrado. En esta ocasión no es un sólo objeto sino un conjunto de ellos, de ladrillos.
 La montaña fue encontrada en un patio; allí el paso del tiempo, los factores climáticos y la intemperie ya habían hecho su propio diseño en la materia, cuando Santiago Lena decidió intervenir. Los ladrillos fueron llevados al taller y coloreados con variados matices, el esmalte cubrió la superficie excepto aquellas comisuras donde la tierra y otras asperezas se acumularon. Luego de que, cada una de las piezas sucumbieron a los efectos del fuego, a las altas temperaturas necesarias para hornear, fueron trasladadas nuevamente a su lugar de origen. La montaña se restituyó en el espacio, ahora ostentando una suave gama de colores.
 Lena continúo el trabajo de algún albañil, confeccionó una pequeña arquitectura incorpórea, en el corazón de aquello que fue abandonado. Alguien dejó esa mata de barro modelado y cocido, igual que cualquier pieza de cerámica contemporánea, con sus mismos procedimientos técnicos, para que la naturaleza la vistiera de humedad y tierra. Una mole inútil donde crecen las matas y hacen nidos los bichitos, un ecosistema inconsciente y silencioso que nace y crece. En esas coordenadas de lo artificial y natural el artista interviene para señalar su presencia, pero al mismo tiempo, entregarse al curso de lo vital que siempre oscila entre esas dos latitudes.
 Manifiesto incorpóreo, en este sentido, es una obra que potencia la indiscutible continuidad de un mundo de cosas que nacen al olvido de la intemperie y aquellas que se esconden en el interior. El procedimiento, el desarrollo de la idea, sucumbe en esa intervención que embellece el paisaje y también lo construye con herramientas humanas, donde proyectamos nuestra mirada.
 La obra de Lena, claramente, puede ser leída como una escultura contemporánea pero también como una obra más antigua y anónima donde lo que importa es abandonar y dar al color una nueva persistencia en las latitudes del paisaje, del cielo abierto.

Mariana Robles