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lunes, 28 de septiembre de 2020

Verónica Dillon | Cuadernos de bitácora



















 


Verónica  Dillon. Cuaderno de Bitácora

Ruta RNN° 231 y Ruta NN° 52


Casi siempre llevo escrita la ruta y el registro de los viajes para poder conservar la memoria de lo vivido, pero el modo en que lo hago suele ser distinto al tradicional. Observo, miro y voy guardando lo que me llama la atención a medida que lo encuentro. Pueden ser piedras, residuos volcánicos, arcillas, barros, gredas, arenas, que junto a fotos o dibujos livianos del lugar de hallazgo, conforman lo que será una búsqueda casi geológica o arqueológica de los materiales con los que voy a trabajar o trabajo desde hace mucho tiempo, que como en este caso, dieron origen a una serie de obras denominada "Cuadernos de bitácora" presentada en diferentes salones y galerías de arte itinerantes.


Para presentar estos registros escribí sobre el barro crudo en estado de cuero. Me encanta realizar escrituras sobre la arcilla húmeda. Incorporé lo hallado. No todo, voy seleccionando según la ruta que elija para testimoniar las huellas de lo vivido, y luego horneé algunos fragmentos en monococción, otros se gresificaron por las propiedades de las arcillas encontradas y otras quedaron como simples terracotas. Este tipo de trabajos de investigación artística nos permiten aprender mucho sobre las características de las diferentes materialidades que empleamos.


Luego armé cajas cuadradas de madera pintadas de color blanco, de cincuenta por cincuenta y de diez centímetros de altura y pegué en el fondo de cada caja, antiguas cartas de navegación hechas por mi padre, que fueron intervenidas para la ocasión con un refuerzo semántico, uniendo así diferentes registros de viajes personales y ficcionales que guardaron una fuerte carga simbólica personal.